El Urbanito

R.W.Emerson

Las mujeres siempre me han fascinado. Desde pequeño. Recuerdo mucho a mis cuatro tías y a mis tres tíos. Como mi hermano mayor y yo éramos los primeros nietos, los tíos nos buscaban para hacer cosas de hombres, tales como jugar fútbol, ir a Chosica a trepar cerros, buscar cañas en los ríos para hacer cometas, pasear en autos, ayudarlos en sus negocios, digamos que éramos la compañía y mano de obra más barata, divertida y cómoda puesto que éramos bastante disciplinados, obedientes y sobretodo comelones como ellos. Además, ellos se sentían en la obligación de cuidarnos a nosotros pues mi madre había sido la mayor y había sido una segunda madre para ellos, los había lavado, cambiado, ayudado a hacer tareas y encubierto cuando estos comenzaron a hacer sus trapacerías juveniles.

Pero mi mayor alegría era la compañía de mis tías mujeres. Eran cuatro, cada una muy distinta a la otra y cuyas edades frisaban entre los 25 y 35 años. Las tres que le seguían a mi madre ya eran casadas y todas tenían hijos(as) , con los cuales también jugábamos, peleábamos ,compartíamos de mala gana y competíamos por afectos y tonterías Pero mis tías siempre se daban espacio para venir a visitarnos , a dejarnos alguna golosina con sus respectivos arrumacos y ver como íbamos creciendo aceleradamente gracias al quáker tipo cemento (el que no lo tomaba se quedaba castigado y el que se lo tomaba se quedaba estreñido, ibas muerto de todas maneras) , la asquerosa carne de soya (eterno “agradecimiento” para una tía paterna nutricionista que nos enseñó para la posteridad el significado de la palabra insípido) y a las insufribles a la vez que contundentes menestras ( especialmente el frejol castilla, mi madre escuchó una vez en la radio que era la leguminosa con más contenido proteico y acuñó la frase ”Frejol Castilla, para la noche y el día”. Sangre, sudor y flatulencias nos costó convencerla acerca de la incompatibilidad entre nuestros organismos y la bendita leguminosa.).

La menor de las tías era la única soltera del grupo. Frisaba los 23 años cuando yo tenía unos 4 abriles y me tenía una especial consideración pues era considerado el más tranquilo de la manada familiar. (No éramos un clan, constituíamos literalmente una manada, la primaria la formábamos mis 3 hermanos y yo y la secundaria los 24 primos restantes, con 3 miembros más ya podíamos organizar una cooperativa). Ella es profesora, al igual que mi madre y todas mis demás tías, digamos que era la elección familiar por naturaleza. A diferencia de mi madre, que trabajaba en horario corrido, mi tía solo trabajaba en las mañanas por lo que en las tardes se quedaba en nuestra casa, cuidándonos, viendo que hiciésemos las tareas y nos portemos bien. Una tarde, mientras mis otros dos hermanos (el cuarto aún no había nacido) y la empleada estaban disputando una entretenidísima guerra de medias, mi tía me preguntó si quería aprender a leer. Asentí de inmediato y desde esa tarde, comenzamos con el brevísimo y entretenido proceso de aprendizaje de la lecto-escritura. Pala, pico, papá, mamá, pepe, mi mamá me mima y demás expresiones monosílabas y bisílabas me abrieron un mundo muy precoz que cambió no solamente mi infancia sino desarrolló una afición que me abrió muchas puertas reales e imaginarias. Mi hermano mayor dejó de ser el rey pues me pusieron en su salón (el es un año y medio mayor que yo) en vista que había aprendido a leer y escribir en forma vertiginosa. En los meses siguientes, mientras mis hermanos seguían destrozando lo que quedaba de la casa, yo leía pequeños textos, recitaba poesías, inventábamos nuestras propias historias (El Pirata que no quería tomar la sopa) y escuchaba a mi tía declamar textos bastantes comprensibles y de reconocidos autores. Nos hicimos cómplices entre los 4 y los 7 años y recuerdo vívidamente que las tardes eran muy largas cuando ella no había podido ir a tomarme mis controles de lectura o enseñado un nuevo texto de piratas, viajes, aventuras y animales fantasiosos.

Un fin de semana, casi a punto de cumplir los 6 años escuché la siguiente conversación entre un tío y un amigo de este en medio de una reunión familiar:

- Oye y tu hermana porque no se casa con el gringo de una vez??
- Y a ti que te importa huevón, acaso tú te quieres casar con ella?
- No compadre, pero ahorita cumple 27 y esta en la flor de la vida , en un par de años ya se le va a pasar el tren y más que vestir santos va a terminar desvistiendo al Padre López” (N.R.párroco de la iglesia del barrio)
- Ya cállate la boca y habla bonito que te voy a meter tu kechi. Si ella quiere casarse, bien y si no ya vendrá alguien que la quiera hacer feliz. La única persona desesperada eres tú porque mi hermana nunca te ha parado bola y andas con la fea esa de Martha que es un verdadero antídoto contra la lujuria
- Compadre, para tu información hay una cola de gente que la quiere hacer feliz a tu hermana. Y no hables mal de la pindonga que bien que te la haz querido enchufar tu primero y ahora te haces el exquisito
- Que me la voy a enchufar a esa pindonga. Si me la enchufo me pueden pasar dos cosas, o me electrocuto o se me muere el muñeco para siempre, ja, ja,ja,ja.
- Que mal hablado eres carajo, ya vas a ver que tu hermana lo va a mandar a rodar a ese gringo pezuñento y le va a hacer caso a este pechito.
- Oye muerto de hambre, como vas a mantener tú a mi hermana si a las justas puedes con tu vida? Que te mantenga el estado, pedazo de sinvergüenza.

La discusión siguió, entre brindis acalorados, gritos y risotadas además de miradas furtivas hacia el lugar adonde estaba mi tía con su enamorado (alias “el gringo”). Yo no podía estar más confundido. Las inmensas preguntas celestes fueron reemplazadas por la escatológica realidad terrenal:

- Que significaba para una mujer estar en la flor de la vida? Mi mamá, que era 7 años mayor que mi tía, era una hoja seca? Y mis amiguitas del barrio eran como el frejolito con algodón que hacíamos germinar en el vaso? Al fin y al cabo de quien descendíamos, de los monos o de las plantas? Me voy a terminar poniendo verde?
- Porque tendría mi tía que calatear al Padre López si no se casaba con el gringo? Si los curas se casaban con la Virgen María, que pensaría esta de una díscola que se atrevía a dejar en pelotas a su marido?
- Las mujeres que se casan tienen que tomar un tren? Y el tren esta lleno de hombres o solo lleva a su marido? Y si se pasa el tren, ya no viene otro?
- La lujuria era una feísima víbora o una impresentable araña venenosa?
- En que lugar se hacía la cola para hacer feliz a mi tía? En esa época, yo solo conocía las colas del arroz, la leche y el azúcar. En la cola de mi tía también se gritaban? Y se la podían llevar a mi tía por kilos? Aceptaría mi tía los vales del Ministerio de Educación?
- Mi papá quería mucho a mi mamá. Por lo tanto, también se la había “enchufado” y producto de esos eléctricos acoples habíamos salido nosotros y ya venía en camino un nuevo integrante de la familia. Entonces, era pipilín o enchufe? En algún lado de mi chizito decía acaso Ticino?? Si los hombres tenemos enchufe, las mujeres tienen tomacorriente?? Habían mujeres con tomacorriente múltiple??

No pude dormir por tantas preguntas que tenía rondándome en la cabeza y por una escaldadura originada por revisar y escrutar exhaustivamente mi incipiente aparato reproductor en busca de algún distintivo o signo exterior que lo vinculase con algún dispositivo eléctrico similar a un enchufe. En esos años, nuestra inocencia es infinita, que duda cabe. Al día siguiente, llegó mi tía a la casa a almorzar y luego pasamos a hacer “las tareítas”. Ni bien había empezado, disparé sin anestesia:

- Tía, tu te vas a casar con el gringo?
- No lo sé hijo, todavía no lo he decidido.
- Tía y cuando te cases el gringo te va a enchufar?
- (Sorprendida y patidifusa, virola y boquiabierta) Donde haz escuchado eso hijito lindo?
- Ayer fulano le dijo a mi tío que el había querido enchufarse a la Pindonga. Y además le dijo que había una cola para hacerte feliz. Y que si el gringo no quiere hacerte feliz, el te va a dar su pechito.
- (Comprensiva y compasiva y extendiendo sus manos sobre mi mata de cabellos)Mira corazón, los niños no deben escuchar conversaciones de grandes porque muchas veces se escuchan cosas feas y desagradables. Y te digo una cosa que seguramente la vas a recordar el día que quieras hacer tu propia familia: Uno no debe casarse cuando esta en edad de hacerlo sino cuando esta madura para ser esposa y para ser madre.
- (Sin entender mucho de la didáctica explicación y pasando al siguiente e impostergable tema) Tía, que marca es mi pipilín???????

Luego de ese diálogo, cortado en forma abrupta por un sofocón de la tía (un bochorno, en sus propias palabras) esta descubrió mi creciente e insaciable curiosidad por las relaciones (e interrelaciones) de género. Y la lectura, año tras año me abrió infinitas puertas que solo exacerbaron mi curiosidad por las mujeres y las a menudo complicadas relaciones con el sexo opuesto.

Volviendo a mi tía, cuando yo estaba por cumplir 8 años esta despachó un día al gringo y se apareció de buenas a primeras con un patín que no era ni apuesto ni millonario ni encantador, menos buen bailarín. (Pelo de Poto, le decían mis tíos puesto que no era ni “vello” ni pendejo). Mi tía comenzó a espaciar sus visitas a la casa y me daba un libro para leer, el cual debía terminar y comentar en un plazo determinado de tiempo. Una tarde, habíamos leído juntos el último capítulo de “Mi Planta de Naranja Lima” y entre lagrimones dignos de mejor causa y cataratas de mocos iniciamos el siguiente diálogo:

- Te gusto el libro? (snif,snif,snif)
- Si tía (fruich, fruich, mocazo en la manga de la chompa), porque no te casas con alguien como Portuga?
- Portuga es un personaje de ficción hijo. Además, me voy a casar a fin de año con PDP (Pelo de Poto, de aquí en adelante)
- PDP? Pero si ni siquiera te saca a bailar? Y además es hincha del Defensor Lima que ya bajó de categoría, es recontraquedado tía.
- (Por enésima vez comprensiva y compasiva con su sobrino favorito)Corazón, no sólo estoy en la flor de la vida como decía fulano, ahora además estoy madura y dispuesta a formar mi familia y a ser madre.
- (Resignado y reflexivo) Y que les va a pasar a todos los que querían hacerte feliz?
- (Inconmensurablemente comprensiva) Ya les llegará el tiempo de ser felices y hacer feliz a alguien más. Hay un tiempo y una estación para todo.

Sentía que me estaban quitando algo que nunca más volvería a recuperar pero a la vez veía contenta a mi tía y eso era una alegría para mí, además del alivio familiar que percibía y algunos años después llegué a comprender cabalmente. Además, esta sempiterna relación entre la Botánica y los estados femeninos en vez de confundirme me ayudó a entender un poco mejor la naturaleza femenina y a aceptar algunos fracasos personales en mi busca de una mini-marinovia, de una marinovia o de la súper-marinovia. Así, cuando me choteaban de un puntazo en el coxis, atribuía el descalabro a que la candidata no estaba preparada ni madura para entender mí incomparable amor y que todavía le faltaba germinar y florecer para poder ser digna depositaria de tan encomiable sentimiento.

Cuando la cojudez y la botánica dieron paso a la madurez y la experiencia comencé a entender mucho mejor el complicado ámbito que nos interrelaciona con las mujeres. Para empezar, entendí a punta de un divorcio y varios contra suelazos que ni el amor ni las relaciones son absolutas e imperecederas. Por el contrario, no existe nada más dinámico y evolutivo que una relación de pareja y el sentimiento que las justifica, por más efímero o prolongado que sea este vínculo.

De otro lado, comprobé amargamente que las mujeres no solo evolucionan más rápidamente que los hombres (entendiéndose esta maduración en términos corporales y emocionales) sino que en determinadas etapas de la vida prefieren la madurez y la seguridad que les da una persona mayor que ellas a la inmensa interrogante que representa estar con un hombre con la misma edad e inseguridad.

Asimismo, he aprendido (gracias a la Botánica y a la experiencia) que el verdadero sentido de madurez de una mujer no esta condicionado por un tema específico como la edad - por mencionar al más sintomático – sino que este estado de gracia, por llamarlo de alguna manera, es una consecuencia de la confluencia de varios factores heterogéneos y del recorrido que todas tienen por estos predios terrenales.

Los hombres muchas veces asumimos que una chica de 18 años es un capullo floreciente, incomparable y exquisito. En la mayoría de los casos (no en todos, claro esta) una chica de esa edad es alguien que recién esta comenzando a conocer y a dominar su cuerpo y su sexualidad. Suelen ser emocionalmente inestables y extremadamente volátiles en algunos aspectos. En cambio, una mujer que ya pasó la treintena ya ha atravesado no solo barreras cronológicas sino etapas de maduración personal, emocional y fisiológica que les permiten no solamente afrontar la vida con mayor seguridad y aplomo que muchos de sus pares masculinos sino desarrollar vínculos afectivos más intensos y ricos en experiencias.

Cuando se puede decir que una mujer se encuentra en estado floreciente? Cuando esta joven e inexperta ¿O cuando esta madura y con experiencia? Cuando la mujer es mayor, es florecimiento o renacimiento (sin animus ofendis)?. Ese aviso clasificado decididamente machista que decía ”Cambio mujer de 40 por dos chiquillas de 20” esta errado pues una mujer ubicada entre los 35-45 y con la suficiente experiencia puede darle vuelta a 3 de 20??? . A título personal, podría asegurar que no hay nada más delicioso (no es una comparación gastronómica, es más bien sensitiva) que la compañía de una mujer con experiencia, con vivencias de todo tipo y en la plenitud de la capacidad de disfrute espiritual y corporal con total amplitud y sin remilgos.
Pero, acaso todas las mujeres llegan a la misma edad con el mismo bagaje de experiencia?? Y todas las jóvenes, son necesariamente inexpertas??

Al momento que estas interrogantes me asaltan, pienso de inmediato en el filósofo griego y para evitar sofocones, confieso con total desparpajo”Sobre mujeres, solo sé que nada sé.”