El Urbanito

Crónicas de lo que sucede alrededor nuestro y eventualmente de lo que sucede en mi interior.




Que se callen estos… para dejar escuchar a los otros.

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N.R. Quiero dejar constancia que este post fue escrito hace más de una semana. Lamentablemente un problema con la PC me obligó a postergar su publicación. Aclaro esto pues el Domingo 25 apareció un artículo de Renato Cisneros con una motivación similar al de este post aunque con un enfoque y desarrollo distintos. En todo caso son testigos de mi intención de publicarlo con antelación a la aparición del artículo precitado Allan Avila, Mafa y el Dragón del 96 a quienes comenté el viernes 23 acerca del post en ciernes.

Pese a que el cotarro sigue agitado por la famosa frase que el Rey Juan Carlos le espetó al gorila bolivariano en la reciente cumbre iberoamericana no voy a aburrirlos dándole más vueltas al mismo tema, que suficiente espacio y tinta se le ha dedicado ya al incidente en múltiples foros.

Lo que si me parecía interesante a partir del incidente de marras es generar una reflexión adicional sobre algunos personajes locales a los que les aplicaría la misma recomendación de cerrar el pico debido al mal uso que hacen del lenguaje , lo perniciosos de sus mensajes o a su insoportable verborrea.

Jose María “Chema” Salcedo: Chicas, pásenle la voz a las Manuelas, Floras y cuanta feminista este activa en el barrio: existe un hombre que no es falocéntrico sino más bien “hocico céntrico”. El tipo agarra el micrófono en la radio y no para de hablar ni durante las tandas comerciales. Opinólogo a tiempo completo, tiene el descaro de mantener hace varios años un programa en el cable donde perpetra el despropósito semanal de invitar gente para presentarlos, dejarlos decir dos palabras y luego interrumpirlos a mansalva sin dejarlos redondear una idea completa a fin de demostrar no solamente que él sabe más sino que la estrella del programa es precisamente…él. La semana pasada tuvo como invitados a varios bloggers locales y allí comprobé que en determinadas circunstancias el que menos habla es el que más sabe; mientras el conductor de marras y otros tres gallos se desgañitaban tratando de demostrar su existencia en el mundo y otro -cámara en ristre- filmaba hasta las tandas comerciales, Renato Cisneros, el popular “poeta” intervenía muy brevemente y contemplaba impávido la feria de vanidades en la que se había convertido el programete aquel. Con una persona así uno llega a pensar que así como la conversación puede llegar a ser un arte también puede llegar a ser un triste monólogo.

Gustavo Pacheco: La obsecuencia y el lacayismo dejaron de ser verbo para convertirse en carne abundante y floro huachafo. Personaje estelar e insustituible en cualquier antología de la sobonería que se vaya a elaborar en este país ostenta el dudoso privilegio de haber acuñado frases que difícilmente podrán ser superadas en términos de mal gusto y servilismo. Aún esta fresco el recuerdo de aquella oportunidad en la que tuvo la idea de celebrar su cumpleaños (perdón, onomástico como corregiría el ampuloso ex congresista) en el entrañable Hotel Bolivar e invitó a la crema y nata de la politiquería local. A sabiendas de lo esperpéntico del ágape el ausentismo fue notorio y los únicos presentes fueron…los periodistas convocados en gran número por el “homenajeado” y que fueron invitados a compartir la comilona ante las notorias ausencias. Y porque sugiero que se calle? Aunque parezca increíble el tipo tiene un programa a diario en una radioemisora local y desde allí y su página web preconiza diariamente sus delirantes tesis políticas y la promoción de proyectos tan inútiles como mamarrachientos como el "Tren Bala". No me creen? Vayan al link y se darán cuenta de que a este no solo habría que callarlo sino más bien encerrarlo.

Carlos Raffo: La diferencia entre el personaje anterior y este flamígero defensor de Fujimori es muy simple: mientras aquel es un mal recuerdo del régimen anterior este es congresista y pesadilla vigente para los próximos 4 años. Por lo cual deberemos seguir acostumbrados a escuchar sus peroratas congresales, sus interminables discursos radiales y sus hoscos modales de macho guardián de la manada. Si algun día el amable lector comete un crimen múltiple por el que recibirá como mínimo una cadena perpetua no gaste dinero en abogados linajudos que solo le sacarán plata; contrate a Raffo en una y este, además de tratar de demostrar que la Tierra no es redonda y que Fujimori es más sano que un vaso con leche le hará saber al jurado – por las buenas o por las malas- que usted no mató a nadie a sangre fría sino tan solo tuvo una mala tarde.

Se me quedan en el tintero varios nombres más como Cipriani, Magaly, Lúcar, los que narran los partidos de fútbol en TV y algun otro nombre que ni vale la pena mencionar. Una pena que en un país donde hay muchas voces notables que deberían ser más escuchadas tan solo tengan exposición mediática casos como los mencionados. Que diferente sería nuestro país si en lugar de prestarle tanta importancia y brindarle difusión a los cacareos de personajes prescindibles le diésemos más atención al legado de gente maravillosa como Juan Gonzalo Rose, autor de poemas tan simples y hermosos quien hace poco ha sido rescatado del injusto olvido por el suplemento “El Dominical” del Comercio:

EXACTA DIMENSIÓN
 
Me gustas porque tienes el color de los patios 
de las casas tranquilas… 
 
y más precisamente: 
me gustas porque tienes el color de los patios 
de las casas tranquilas 
cuando llega el verano… 
 
Y más precisamente: 
me gustas porque tienes el color de los patios 
de las casas tranquilas en las tardes de enero 
cuando llega el verano… 
 
y más precisamente: 
me gustas porque te amo.

Que se calle tanta voz disonante de una vez por todas. Para que en vez de identificar automáticamente la imagen resinosa de algun abotagado personaje o la voz engolada de un político olvidable los niños aprendan a reconocer con familiaridad a los arlequines de Humareda, los colores fascinantes de Sérvulo, las hermosas canciones de Juan Gonzalo Rose (varias de ellas convertidas en inolvidables valses) o los personajes mágicos de Tilsa Tsuchiya. Que la poesía de Blanca Varela, las figuras de Bendayán, los haikus de Watanabe, las canciones de Daniel F o las arias de Juan Diego Flórez no sean temas arcanos para las mayorías y se conviertan de una buena vez en referencia obligada a nivel personal y social. No esperemos a que una grave enfermedad o el pasar a mejor vida los convierta en personajes entrañables e imprescindibles, inveterada costumbre peruana que no tiene cuando acabar.


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