El Urbanito

Crónicas de lo que sucede alrededor nuestro y eventualmente de lo que sucede en mi interior.




Poderoso arte

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Muchas veces la gente se pregunta cual es la verdadera utilidad del arte en la vida del ser humano. Digamos que esta cuestión ronda en el ambiente desde los albores de la humanidad y aún sigue generando debate sin llegar a una respuesta que pueda considerarse definitiva al respecto. Más aún, cuando el arte se consolida a traves de las diversas épocas como una actividad que expresa más allá de las fronteras estéticas el espíritu crítico y un cuestionamiento ingenioso de los tiempos en los que se desarrolla.

Algunos definen también al arte en función de los réditos económicos que genera como la actividad que se encarga de matarte de hambre en vida y brindarle seguridad económica a tus futuros descendientes. Y asi podemos encontrar 100 definiciones más las cuales oscilarán entre lo académico, la política, el esteticismo y porque no, lo prosaico. El arte, al igual que muchas de nuestras percepciones exteriores y sensoriales es también una manera de expresar nuestro devenir en la vida.

No voy a entrar en rollos discursivos sobre aspectos teóricos del arte. Eso es tarea de los que se dedican en cuerpo, alma, teoría y práctica a estudiar la evolución y el desarrollo de una actividad que a veces no es valorada en su real dimensión por personas o instituciones. El carácter mendigante que el arte ha tenido que desarrollar en nuestro país para subsistir en sus diversas modalidades es un ejemplo de la estulticia que caracteriza a las relaciones entre el estado y las diversas manifestaciones artísticas. Curiosamente el arte sirve en infinidad de oportunidades para desnudar las falencias de una sociedad o como mecanismo expresivo que nos ayuda a entender mejor nuestro entorno. En ese sentido me fascina el arte cuando te ofrece la posibilidad de una lectura que trasciende el universo personal o estético del artista y nos abre un abanico de perspectivas para entender mejor la realidad.

Hace unas semanas Petisita me preguntó vía el Gtalk acerca de mi opinión sobre una exposición que ella estaba preparando en el marco del desarrollo de su tesis. Me sentí agradecido por la confianza e intrigado por el tema en sí y encontré además la respuesta a algunos comportamientos de la gente que empiezan a tener sentido a partir de esta teoría. Y de que trata todo esto? Partamos de una definición interesantísima teorizada por Peti y demostrada mediante un trabajo de campo cuyos resultados son la materia de la exposición mencionada. Según ella la identidad, en términos de género, nacionalidad o raza es una construcción social. La realidad nos dice que más que no tener una identidad fija no llegamos a nacer con una identidad establecida. De acuerdo a esta idea nuestras identidades personales y colectivas son relativas y estan en función a condicionamientos sociales asumidos o impuestos desde nuestra infancia cuando somos forzados a pensar en determinadas formas y a actuar de acuerdo a diversos parámetros. Para graficar esto Peti convoca a un grupo de personas a fin que puedan retratar y dejarse retratar en base al color de piel que percibimos que poseen. Y los hace pintar dicho tono de piel en base a las siguientes premisas:

Me by them (Ella vista de acuerdo a los ojos de los demás)

Them by me (Ellos bajo la óptica de ella)

Me by me (Ella por ella)

Them by themselves. (Ellos retratados por ellos mismos)

No hay que ser adivino para predecir que los resultados fueron disímiles bajo todo punto de vista. Y eso, más allá de la confirmación del aserto inicial de la tesis y el debate que generará discursiva y estéticamente me llevó a pensar en la interrelación diaria que realizamos con otras personas en una sociedad hiper-racista como la nuestra. Como veo yo a los demás? Me ven ellos a mí bajo el mismo prisma con el que suelo analizarme? O debemos aceptar - bajo el supuesto de que todo lo que vemos es lo que precisamente no tendremos- que salvo el color todo es ilusión?

En este punto es donde el arte se convierte en una excelente plataforma para entender a la sociedad en la que vivimos. Por más moderna que se precie de ser nuestra sociedad limeña esta carga con lastres que la sitúan en los albores de una sociedad más bien pre-capitalista. Partiendo del análisis que plantea Peti agregaría que todos los peruanos no solamente nos vemos diferente, más bien, nos queremos ver diferente. Los mestizos queremos ser blancos, los andinos, a pesar de haber creado todo un código social que rige su supervivencia en la capital bajo el rótulo de “chicha” o “combi”, se tratan de integrar a su manera a un sector que todavía detenta el control político y económico del país. Otros grupos raciales sienten todavía que su pigmentación es un estigma que limita sus posibilidades de desarrollo y asi se los hacen sentir a diario restringiendo no solamente el acceso a centros de diversión sino también las posibilidades de educación y trabajo. Creo –y esta es una opinión que generará discusión- que la mayoría en este país colorido y multiétnico nace sabiendo que es diferente al otro, no solamente en apariencia, también en derechos y deberes ciudadanos y el entorno en donde se desarrolle (cualesquiera que sea este) no construirá una noción de identidad o de género sino más bien producirá esa constante sensación de desigualdad que nos acompaña a diario en cualquier punto del país. A diferencia de los países donde la esclavitud y el racismo fueron una política de estado y la presión interna y externa llegó a modificar el status quo en nuestro país solo ha habido en toda nuestra historia republicana un gesto importante y solitario como lo fue la abolición de la esclavitud por decreto hace más de 150 años. Hoy en día la esclavitud subsiste en campamentos mineros, bajo la modalidad de “services” o arropada tras el rótulo de “servicio doméstico”; mientras que su variante cotidiana, el racismo, se mantiene saludable y boyante como un credo silente que es observado o practicado más nunca ignorado.

Le he sugerido a Petisita que busque la forma de aplicar su tesis a un trabajo de campo en el Perú. Y no con gente de la calle o población segmentada de acuerdo a un determinado nivel socioeconómico sino más bien con grupos de gente joven, en edad escolar y que aún no esté tan contaminada de prejuicios o taras racistas (recordemos que estos complejos estan larvados desde casa). Para despercudirnos de las taras descritas van a hacer falta algo más que decretos, intenciones oficiales o discursos plazueleros. En el caro objetivo de ganar esta guerra “a sotto voce” el arte será -muy por encima de las definiciones iniciales descritas-un arma poderosa e imprescindible.


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