Han pasado casi once años de los sucesos que vengo recordando. Cuando los analizo con mucha tranquilidad, con el velo de ecuanimidad que te brindan la distancia y el tiempo, parece mentira no solamente que todas esas cosas hayan pasado alguna vez en mi vida sino que haya podido, además de registrar las vivencias, el haber podido sortearlas sin llegar a perderlo todo. Hacer apuestas sobre nuestro destino no suele ser demasiado complicado. Todo nuestro discurrir existencial es al fin y al cabo una cadena de diversas elecciones. Elegimos entre una baraja de opciones a los amigos, sabores, afectos, compañías, mujeres, colores, melodías, tenidas y afanes. Calcular lo que queremos apostar tampoco es demasiado complicado. Generalmente, nuestras apuestas tienen como factor de decisión en su magnitud un componente más emocional que racional. El problema es saber aceptar los resultados, más aún cuando estos no nos han sido favorables y perdemos más de lo que calculamos. Y yo no quería aceptar que mi apuesta del noviazgo corto y el matrimonio duradero había fracasado estrepitosamente.
Quería darle una oportunidad a las cosas aunque en realidad el que se quería dar una oportunidad era yo. Me costaba mucho aceptar el fracaso. Y aunque el fracaso era una opción liberadora per se me conflictuaba en demasía. La soberbia y el orgullo de no querer aceptar una palmaria equivocación constituían mis pecados capitales y el nudo gordiano que me resistía a cortar. Cuanto más aguantaría ese absurdo nudo? Mucho menos de lo que esperaba.
A fines de 1995 las cosas habían mejorado sustancialmente. Las preocupaciones económicas se habían disipado luego de un período infernal pero gratificante de trabajo y viajes. Teníamos proyecciones de cerrar un par de contratos muy buenos los cuales aseguraban dividendos impecables. Todos los vinculados al proyecto hacíamos planes de diversa índole:
- El Mercedes 500, de dos puertas, cuando te vea el pezuñento del abogado le va a meter una bomba de fósforo a su mazamorra que se esta cayendo a pedazos.
-No hombre, que va, será para que mi mujer no me deje ir ni a comprar pan con el carro, va a pensar que me voy a levantar a todas las chiquillas que pueda, ja, ja, ja, ja.
-No sean cojudos, inviertan en bolsa y en el extranjero, nadie sabe lo que va a pasar con este gobierno.
- Terrenos en la playa, hay que comprar terrenos en la playa, eso va a costar el doble en 5 años.
Todos tenían planes, de mayor o menor envergadura, adecuados tanto al ritmo de vida que llevaban como al nuevo tren de consumo al que se pensaban aupar. Éramos 6 personas, todos completamente distintos y de procedencia completamente disímil. Yo era el más joven del grupo frente a personas que tenían entre 40 y 50 años. Gente con hijos mayores, con la vida hecha y con aspiraciones de vivirla ampliando el registro de medios disponibles para engrosar el disfrute. Yo en cambio, tenía aún “toda la vida por delante”, lugar común que nunca entendí a cabalidad. Me recomendaban invertir en un departamento, comprar un auto carísimo (ese gusto me lo dí, aunque no era tan caro) ,comprarme una casa en la playa en el mismo balneario adonde ellos iban , hacer mil cosas con la plata para poder más que disfrutarla, demostrar que la tenía.
Y cuales eran mis planes? Adonde quería llegar, con que medios, tan importante como eso, con quien quería llegar? No tenia respuesta para la meta ni para los medios, menos aún, para la compañera de ruta. A los 28 años me sentía curtido, experimentado, a veces invencible. Pensaba que por primera vez comenzaba a ser dueño de mis decisiones y de mi futuro. Y sin darme cuenta, comencé a pensar no solamente en mis propios planes profesionales, sino también en los personales, lo cuales no incluían a L en el largo plazo.
L, por supuesto, también tenía su propia agenda. Siempre me había repetido la monserga del postgrado. Decía que era imprescindible para su carrera profesional el tener una especialización y que si no lo hacía pronto iba a perder mejores oportunidades laborales y de repente hasta su propio trabajo. Cuando estábamos de enamorados, me lo mencionó pero durante el primer año de casados el tema no se tocó en modo alguno. Nos estábamos conociendo, con más decepciones que comprobaciones agradables. Y privilegió dentro de su agenda particular un viaje de 30 días a Europa, con sus hermanos “porque ya estaba planeado hace tiempo”. Ahora, en el segundo año y justo cuando la coyuntura se presentaba promisoria en el país me dio un regalo prenavideño:
- A que no adivinas que ha pasado amorcito.
- No sé amor, espero que no sea nada malo.
- Es una buena noticia.
- Dímela, no me gustan los suspensos.
- La Universidad en USA me ha aceptado.
- Que bien!!,aunque no sabía que habías postulado.
- No te quería decir nada hasta que las cosas no estuviesen seguras.
- Y de que va esa aceptación?
- Es una beca por dos años para hacer una maestría en finanzas.
- Pero que bueno, me alegro sinceramente por ti, hacía mucho tiempo que lo estabas esperando
- Lo mejor es que he averiguado y aceptan que vaya como casada, entonces podrían darme una vivienda más amplia y un adicional de gastos por familia, lo que significa que me podrías acompañar.
- Así? Y Mi beca de que va? Obligaciones domésticas en Spanglish??
- No comiences con tus ironías que me ponen de mal humor, ese es tu problema, no tomas nada en serio.
- Las tonterías no las tomo en serio, menos en las que no estoy involucrado.
- Pero si tu sabías que yo estaba atrás de la beca?
- Si, pero es un proyecto que involucra una separación temporal entre ambos, la postergación de proyectos comunes y toda la incertidumbre que supone una coyuntura de ese tipo.
- O sea que no me vas a acompañar??
- Estoy a punto de conseguir un proyecto que he correteado por años y no lo voy a dejar por ir a cuidarte el apartamento a NY.
- Que egoísta eres!!
- Somos L, somos, en ese sentido estamos hechos el uno para el otro.
Portazo del cuarto en la cara y a dormir al mueble. Mejor por una parte, ya era Viernes, el Sábado tenía que irme temprano a jugar fútbol y al mediodía que regresaba seguro que ya se le habría bajado la bilirrubina. Efectivamente, a mi regreso me estaba esperando, con las armas a un lado y en una actitud mucho más conciliadora:
- J, podemos hablar?
- Si claro, es lo mejor que se puede hacer siempre.
- Mira, ya se esta acabando el año y no me gustaría empezar el próximo pensando en que cada uno no va a poder realizarse a plenitud y que nuestros planes personales van a terminar perjudicándonos a los dos. Porque no vamos a la playa, nos quedamos tranquilos, hablamos con mis papás y conversamos todo con tranquilidad?
- Y que miércoles tengo que hablar con tus padres?
- No me grites!
- No me jodas!
- ……………..
Odiaba las referencias a la familia política. El padre de L. era un militar retirado, médico, que se había cepillado a todas las enfermeras, doctoras, asistentes y hasta pacientes que habían pasado por su vera. Déspota insufrible, racista consumado, tenía bien merecido como castigo terrenal el padecer a la bruja más insoportable del planeta (la madre de L.) todos los fines de semana, período en el que no se podía escapar a ninguno de sus refugios habituales. Poseían una casa en un balneario del sur a la que iban principalmente en el invierno pues no les gustaba hacer vida social en el verano. Curiosamente, el mismo balneario en donde tenían casa alquilada o adquirida todos los amigotes del grupo con el que hacía negocios y en donde descubriría que N. también alquilaba casa. Como sea, mi vida en dicho balneario consistía en llegar los sábados al mediodía, ir un rato a la playa, regresar a almorzar a la casa, hacer un poco de siesta, salir a jugar fulbito en las noches , volver a la casa para comer y jugar cartas con el padre de L., en jornadas que se prolongaban hasta la madrugada. Al día siguiente fulbito, playa, almuerzo y de vuelta a Lima para arrancar la semana. Esa era mi rutina en la playa, había sido invitado en muchas oportunidades por amigos del fulbito, por los amigos de la oficina, pero L. siempre se resistía a ir, prefería el anonimato de la terraza, los lentes oscuros y la lectura sinfín de sus textos de economía. Lo que yo leía, era literatura decadente, inextricable y poco atractiva a su paladar. Como lo eran mis amigos, mi familia y gran parte de mi quehacer cotidiano. Que le había hecho aceptarme? Que cosa le gustaba a ella de mí? Mejor dicho, que cosa no le disgustaba?
- Bueno, vamos a la playa, asentí
- Seguro que te vas a pasar jugando fulbito todo el fin de semana, retrucó.
- Y jugando cartas con tu papá, contragolpeé.
- Ya no hay que discutir por favor.
Y enrumbamos a la playa, faltaba una semana para Navidad y esta se comenzaba a poblar de gente, de ambiente de verano, de terrazas coloridas al mediodía, almuerzos tan rociados como interminables y parrillas entretenidas para los sobrevivientes en las noches. Una danza de encuentros y desencuentros en donde al terminar el verano se develaban nuevos enamoramientos, un par de nuevos divorcios y unos chismes de campeonato que no se le hubiesen podido ocurrir ni a la imaginación más delirante. Una de las personas más chismosas era justamente la madre de L. Una tarde, supuestamente dormido en el cuarto del fondo, escuché un inquietante diálogo entre L. y su madre:
- Donde se fue tu marido el Sábado pasado?
- A la casa del Gordo, tenía que hablar de algunas cosas del trabajo?
- Y por eso regresó con olor a licor?
- Bueno, tu sabes que el Gordo y sus amigos toman bastante, en general, en la playa se toma bastante.
- La próxima vez acompáñalo, no es bueno que dejes a tu marido, joven y con ese carácter dando vueltas por allí solo.
- Que carácter mamá, si últimamente para de mal humor?
- Será contigo hija, pero tu sabes que el siempre anda bien con todo el mundo. Y aquí hay mucha mujer que estando casada no le importa nada y se mete entre los matrimonios.
- Pero mamá, estamos recién casados, como se te ocurre que el va a estarse fijando en otras personas.
- Hijita, los hombres son terribles y tu maridito no es la excepción. Podrá ser muy buena gente pero el día que una de estas lobas se le cruce al frente no lo va a pensar dos veces.
- Ay mami, tu piensas que todos son como mi papá, que se tira a la primera que puede.
- No hables así de tu padre!!
- Entonces no te metas en mi vida!!
- Te lo digo, cuídalo y no lo dejes solo, sino se te va a ir.O te lo van a quitar.
A veces dudo mucho cuando tengo que dilucidar que era peor, la incompatibilidad con L. o el desprecio que le tenía a su madre. Esta última, se daba cuenta y por eso cada vez que podía me trataba de dejar mal, no solo ante su hija sino ante el primero que pasase por la vereda. Al final, caía en la cuenta que nadie podía despreciar más a esa bruja que su propio esposo, ante lo cual me quedaba más tranquilo y refrenaba mis impulsos de envenenarla o ahorcarla en su propia lengua.
Volviendo al fin de semana, llegamos y nos dirigimos directamente a la playa. Felizmente no había nadie en la casa, estábamos los dos solos pues los padres de L. iban a llegar mucho más tarde. Conversamos con tranquilidad, sin apasionamientos, como no lo habíamos hecho en mucho tiempo. Cada uno expuso sus razones, sus motivos y creo que a ninguno de los dos le dejaba de asistir la razón. Llegamos al mismo punto muerto que había originado el desencuentro: Ella se quería ir, yo me tenía que quedar y nadie quería ceder un centímetro. De cualquier modo, estábamos un poquito más tranquilos y decidimos regresar a la casa para comer algo. Fue un almuerzo distendido, con mucha ligereza en los temas de conversación, algo necesario luego de haber tenido momentos tensos en los últimos días. Decidimos hacer la siesta en la terraza, leyendo algo, matando las horas que aún quedaban para acabar el día. En eso suena el celular:
- Quien te llama?
- No lo sé, no aparece el número?
- No le contestes!!
- A lo mejor es de afuera y es importante.
- Y quien te va a llamar de afuera el Sábado en la tarde?
- ------------------
- (Contratacando,segura)Ya ves, ni sabes lo que me contestas?
- Yo no trabajo en horas de oficina, me pueden llamar a cualquier hora.
- (Cachacienta, con mucha sorna) Importante el señor.
- Aló??
Al otro lado de la línea, inconfundible, la voz pastosa surcada por incontables galones de whisky:
- Hola gordito, que cojudez estas leyendo en tu terraza???
- Ja, ja, ja, ja, hola gordo, que haces.
- Aquí pues, abandonado en mi terraza, mis amigos no me quieren visitar.
La casa del gordo estaba a solo 20 metros de la de L. y nos podíamos divisar perfectamente de terraza a terraza. Pude ver su voluminoso perfil recostado sobre una hamaca, una mano ocupada con el celular y la otra haciéndonos adiosito con tres dedos, los otros dos estaban ocupados agarrando un long drink.
- Y tu mujer?
- Se ha ido a un almuerzo en Bujama.
- Y los chicos?
- En la casa de mis suegros.
- Bueno, paso en una media hora a conversar.
- Ya, vente con L. para que no me mire feo. Aquí hacemos una parrillita y conversamos, tengo un par de buenas noticias.
- Perfecto, te veo en 30.
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- En que quedaste al final?
- Nada, nos ha invitado para tomarnos un trago y comer algo dentro de un rato.
- Y que cosa tan importante tienen que conversar?
- No lo sé, parece que le han avisado algo hoy al mediodía.
- Del negocio que estan haciendo?
- Claro
- Pucha, que aburrido, y que voy a hacer yo?
- Escucharnos, para que no veas que es un invento lo que estamos haciendo o tan solo un buen pretexto para chupar.
- Bueno pues.
Aquella noche iba a ser una jornada de constataciones. La primera, que ninguna reunión con el Gordo puede terminar en forma ecuánime. La segunda, que gracias a la boca floja del Gordo, L. se pudo enterar cuanto era lo que tentativamente iba a recibir yo como ganancia en aquel famoso negocio merced a lo cual, morigeró sus expectativas de aceptar la beca y discutir conmigo que “era lo que más nos convenía a los dos”.
Y como algún avieso lector se podrá imaginar, la conversación y las reacciones de sus protagonistas me sirvieron a mí para saber que el amor a este chancho se había convertido en afecto al chicharrón, que si a algún lugar no me iba a embarcar en los próximos dos años era a NY y que el verano del 96 iba a ser más que interminable, memorable.
Saludos/Schatz
Por fin Schatz!!!!, he llorado de la emoción cuando vi que habías publicado la tercera parte. Bueno, qué te puedo decir, está muy claro que ambos tenían diferentes expectativas en la vida y en un matrimonio los dos tienen que caminar juntos en la misma dirección, si cada uno empieza a pensar en sí mismo y no piensan como pareja el matrimonio, fue. Y ese de hecho ha sido tu caso, sumándole a eso una familia política nada agradable (cuantos matrimonios se disuelven por las familias políticas)y el evidente interés monetario de tu ex-consorte...nada bueno podía salir de eso.
Y el temor al fracaso siempre existe, cuantas parejas se quedan unidas toda la vida en un matrimonio infeliz simplemente por el temor al fracaso...Qué bueno que pudiste hacerle frente a ese temor y rehacer tu vida...
Saludos!!
Que me da, que me da, que todavía me da penita L... Pucha, una beca en una universidad de NY es una súper oportunidad. Lo que pasa es que en un matrimonio siempre alguno debe ceder y casi siempre se da por sobrentendido que es la mujer y no debería ser así...
Pero como dice Ursu, aquí parece que ninguno quería continuar el mismo camino del otro. Esperaré la 4ta parte para darme una mejor idea de la situazao. Por el momento L no me parece una bruja loca...
Mi querida Ursula,
Al enterarme hoy por Monich que también habías estudiado en la de Lima espero que en el caso que mi madre te haya enseñado Lengua II no hayas desaprobado el curso ni te hayan sacado de una clase como le paso a Vero.
Me imagino que esperabas más acción en este capítulo pero sentía que tenía que describir mejor el entorno y a algunas de las circunstancias y protagonistas.Prometo no dilatar mucho las entregas.
Isa,tu sabes que este es el blog femenino y engordante por excelencia.Espero que tu dotacion de cancha alcanze para los siguientes capítulos.
Pechocha,ya te relataré algunas delicias de la vida conyugal de aquel entonces que incluyen denuncia en la comisaria,correteadera por la calle y persecución automovilistica.Loca no, RAYADAZAAAAAAAAAAAAAA!!!!
Besos para todas
Su cosmiatra/Schatz
Que tal novela para mas intensa. Salí del dentista directo a la computadora para terminar de leer, (tuve que dejarlo a la mitad en la tarde por cuestiones de trabajo) me imagino que seguirá la cuarta parte o el epílogo al menos. A mi también me da un poco de pena L, porque al parecer ella no dudaba de la relación sólo que no sabía como llevarla, no sabía amar.
Schatz, quien es tu mamá?????. Tuve una profesora de Lengua II, pero comprenderás que han pasado tantos años que ni me acuerdo su nombre...por ahi que era tu mami...ya pe cuenta, como se llama tu mami???
Ursula,
Mi mami es...
LA NAZI!!!
según revelación de Vero.
Saludos/Schatz
Después de un arduo trabajo de investigación (preguntarle a Vero)ya se quien es tu mamá Schatz, y no, ella no fue mi profesora de Lengua II, pero si varios de mis amigos llevaron con ella y los jaló!!!, je je, el mundo es enano...
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