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CastpostManuel retornó a la misma hora en la que lo hacía cada tarde. Le dio un beso a su madre, colgó su saco en la percha y procedió a separar la ropa que se iba a poner para su cita diaria de las 6 de la tarde. Buen hijo y soltero empedernido, vestía siempre un impecable terno, un sombrero algo pasado de moda y unos zapatos impecablemente lustrados que el mismo se preocupaba de dejar sin mácula cada mañana y de no ensuciar innecesariamente durante el transcurso del día. En una época en la que la ciudad entera se despanzurraba al ritmo del mambo y el pueblo perdía la cabeza por tener una foto de Mara, Anacaona y Betty di Roma él permanecía inmutable a las costumbres en boga y evitaba las fiestas estridentes, los trajes chirriantes y cualquier manifestación mundana de modernidad o mal gusto.
Había heredado de su padre la tenida clásica en el vestir, la pulcritud de gestos y ademanes, la formalidad como un estilo de vida sereno e imperturbable. De su madre tenía el gesto afable, la palabra justa y un romanticismo rayano con lo espiritual que lo llevaba a perder la mirada cuando evocaba a la dulce Milagros, enamorada de años, novia reciente y futura esposa con quien estaba a punto de formar una nueva familia. Todos los días se veían a la misma hora, en el mismo parque, en la misma banca. Luego de recibir la rosa especialmente escogida por Manuel en la florería de la calle Berlín daban paseos interminables por el Malecón en busca de la mejor vista del atardecer cuando la niebla invernal lo permitía, charlas animadas que mezclaban recuentos del día transcurrido con impacientes planes para la etapa venidera. Tomados de la mano caminaban y soñaban, siendo mirados con cierta curiosidad y envidia por los habituales parroquianos de la zona quienes ya sabían del impostergable encuentro vespertino que se celebraba a diario: El muchacho del terno y la flor con la chica de vestido plisado.
Aquella tarde Manuel quería darle una sorpresa a Milagros. Por fin había conseguido una fecha en la iglesia que coincidía con la disponibilidad del sacerdote, con la hora deseada y con el periodo de vacaciones que le darían en el trabajo. Había planeado llevar a pasear a Milagros y luego invitarla a comer a fin de comunicarle en medio de la velada la buena noticia. Para esto sacó su mejor traje, un terno de lanilla inglesa, que solo usaba en ocasiones especiales como intuía que iba a ser esta. Lo escobillo con dedicación y esmero, le aliso algunos flecos, saco una camisa de lino y se engomino el cabello como cada tarde, pasando el peine una y cien veces por cada hebra que estaba siendo alisada, verificando que todo estuviese en su sitio, perfecto, impecable, como Dios manda, es decir, como siempre.
Se despidió con el mismo beso en la frente de su madre y enrumbó hacia la florería. Escogió dos claveles color tornasol, le pareció que la ocasión ameritaba una flor especial y de inusual belleza. Recorrió los mismos pasos que lo llevarían al encuentro habitual, hasta podía responder, en caso de ser preguntado, cuantos pasos lo separaban de la florería hasta la banca del parque y el tiempo que demoraba en recorrerlos sin prisa pero sin pausa. Llegó a la hora acostumbrada, cuando una tenue neblina se desparramaba por todo el lugar confirmando la plenitud de un invierno que prometía ser bastante crudo. Sintió un poco de frío y se sentó a esperar a Milagros, al final, eso no le importaba a Manuel, su amor estaba a prueba de estacionalidades, climas, malos tiempos y eventuales retrasos.
Poco a poco la niebla fría de la tarde dio lugar a una pertinaz llovizna y a la oscuridad absoluta de la noche. Milagros no aparecía, era bastante inusual su retraso. A veces se demoraba 5 minutos, una vez demoró diez por entretenerse comprando un presente para Manuel pero nunca habían transcurrido más de 45 minutos sin saber nada de ella. En su organizada y metódica rutina diaria ese lapso de tiempo era una eternidad, sobre todo si ella no aparecía sin razón aparente. Al cabo de una hora decidió irla a buscar a su casa, una residencia solariega miraflorina que no estaba muy lejos del parque. Tocó la puerta y nadie atendió ni el timbre ni los golpes propinados a la vieja puerta de madera. Completamente mojado a causa de la llovizna, con los claveles estrujados en un bolsillo del saco y presa de un nerviosismo que lo hacía mover nerviosamente la cabeza de un lado a otro sintió una mano firme que lo sujetó del brazo derecho y una voz gruesa que lo llamó por su nombre:
- Manuel, debes acompañarme, Milagritos ha tenido un accidente y esta en la Clínica.
Se dejó llevar por el familiar de Milagros, como si fuera un autómata, hacia una clínica cercana. Nada de esto podía ser cierto, debía tratarse de un error, pensaba dentro de sí. Fue conducido a una sala en donde estaban congregados los padres y demás familiares de ella. Todos lloraban, se abrazaban y el seguía sin entender nada. Pudo escuchar, antes de nublar su vista y su mente, a alguien que le decía que tenía que ser fuerte, que todo había sido muy rápido, que Milagritos no había sufrido, que se entregó inconsciente en los brazos del señor.
Las tardes invernales discurrían apacibles en el parque miraflorino. Niños paseados por comedidas nanas, ancianos conversando con la mirada extraviada en épocas mejores, solo faltaba la pareja de novios que a fuerza de costumbre se habían convertido en una suerte de postal de las tardes de ese parque y que por un designio perverso habían desaparecido de un día para el otro. Algunas semanas despues, alguien notó que Manuel comenzó a llegar diariamente a la misma hora, a la misma banca, con la rosa en la mano y con la expresión expectante de alguien que espera ansiosamente la llegada de una persona muy querida. Se sentaba, impecablemente vestido, en la banca que había sabido ser albergue de sus cuitas con Milagros y durante 45 minutos exactos murmullaba palabras ininteligibles que nadie podía ni se atrevía a descifrar. Su expresión era apacible, no dejaba de saludar a los que lo miraban con curiosidad ni de ser amable con las personas que lo reconocían y saludaban por su nombre. Cuando el tiempo se había cumplido, dejaba la rosa en la banca, se acomodaba el sombrero y desandaba sus pasos de regreso a casa, con la misma cadencia y sin ningún apuro especial por apresurar su retorno.
Así lo hizo por 30 años más, según refieren los vecinos del lugar, en forma ininterrumpida. Nadie se atrevía a tocar la rosa que dejaba aunque ninguno supo explicar porque la banca amanecía sin la flor a la mañana siguiente. En el ultimo año se notaba que el deterioro físico de aquella persona anciana era evidente, pero el seguía en forma impertérrita fiel a la costumbre, al atuendo, a la hora y al ritual. Algunos muchachos se burlaban de él, Manuel solo les respondía con una comprensiva sonrisa, tan distante como lastimera. Quedaban ya pocos testigos de lo sucedido décadas atrás y casi nadie parecía conocer a aquel anciano de sienes plateadas, mirada triste y ternos raídos que aparecía cada tarde llevando una rosa, farfullando frases inaudibles y cargando sobre sus hombros el peso de una nostalgia dolorosa e inacabable en la cual aquel hombre había encontrado una excusa para aferrarse a esta vida.
Una tarde Manuel faltó a la cita y los muchachos se preguntaron en forma displicente que habría pasado con el loco del parque. Al día siguiente tampoco apareció y nunca se supo nada más de él. Nadie se llegó a enterar que había dejado de ir a la cita diaria del parque para acudir a ese llamado que lo reclamaba y que había estado esperando en forma casi silente y resignada durante más de tres décadas: La oportunidad de darle el encuentro finalmente – y para siempre - a Milagros.
Me gusto mucho este relato. Es breve, pero en verdad te quedo bien.
Schatz, x cierto 2 cosas: la primera respecto a Firefox. Justo hace un par de semanas escribí un post del tema. Lee el comentario de Giancarlo si quieres decargarlo haz click aquí.
Lo segundo tiene que ver con Perublogs. Cada vez que publiques un nuevo artículo, please no te olvides de entrar al tablero y hacer click en el ping del blog. Así se actualiza en el tablero y no tengo que estar adivinando cuando actualizas el artículo.
Saludos,
Cloud
Hola Cloud,
Manuel(con otro nombre)y la novia estan basados en una historia real.Se me ocurrió hacer un cuento corto acerca del tema que me había sido refereido hace muchos años.
Voy a hacer lo de Firefox, ya te contaré como me va con la experiencia.Lo de los pings siempre lo hago,por esa razón veo que aparece en el tablero de PeruBlogs y a causa de esa exposición visitan el blog otras personas.
Conversamos
Schatz
La historia de este loco de amor yo también la conocía. Muchas veces siendo niña lo vi en la banca del parque. Qué pena me daba.
Te quedó bien como cuento.
te salio bien...
(aun me llama (mucho)la atención la imágen del emcabezado)
SalU2
Schatz:
yo tambien lo conocí y supe algo de su historia, pero la has escrito tan bonita que emociona leerla. Un lindo homenaje a El Loco del Barrio como muchos le decian.
Maria Eugenia
yo tambien conozco la historia...y no veo porque dicen que es cuento...hasta donde yo se asi pasaron las cosas...mis abuelos vivian cerca de su casa alli en miraflores por el parque...y si pues...una historia que siempre me sorprendia porque efectivamente no habia dia en que el señor faltara...hasta que se fue con la novia...
Es el viejito que siempre estaba en el Parque Kennedy si mal no recuerdo?? Un par de veces lo ví y alguien algún día me contó su historia, me dio mucha pena...
Te quedó lindo el relato, hasta me salieron lagrimillas...
Saludos!
Es el mismo loco de amor que mencionas Vero, hace muchos años leí la historia y se me ocurrió recrearla así.Que bueno que te haya gustado.
Reivajss, la imagen del encabezado es una pequeña joda.Se llama "Don´t mix beer and viagra".Me gustó por irreverente y original y debo aclarar que aún no he probado a mezclarlos (ni a tomar el viagra!!!)
Maria Eugenia, eres la misma del blog "Una tal Maria Eugenia"???.Avisame por favor.
Patty, gracias por tu visita.Le dicen cuento pues esta redactado en ese formato, género muy apropiado para relatos como este que no son tan largos ni cortos y donde la concisión es bastante apreciada.
Lima, a pesar de ser una ciudad bastante gris y anodina tiene muchas historias bastante curiosas que merecen ser rescatadas.Prometo hurgar un poco más en "radio bemba".
Ursula,es el mismo viejito.Lo pensé mucho antes de escribirlo, los temas románticos son muy dificiles de elaborar.Son, haciendo un parangón con la cocina,como una pasta con crema.Si pones poca crema, le falta esencia al plato y si la pasta navega en la crema, el plato se echa a perder.
Me alegra que te haya gustado, reconozco que a pesar de ser muy triste es una historia linda que merecía ser contada.
Un abrazo a todos
Schatz
esa historia inspiró una canción llamada "vuelves a aparecer" los recuerdos son en ocasiones lo unico que nos aferran a la vida
Una historia preciosa, narrada con gran acierto. Creo que tiene los ingredientes justos (ni poca ni mucha crema)para dibujar el drama y percibir también la inmensa dignidad de este hombre al que llamaban loco. Es muy de agradecer la delicadeza con que lo has relatado y el afecto humano que se percibe. Gracias. Saludos.
ah...si es asi esta bien...si quieres temas avisame...soy una humilde periodista que conoce varias leyendas urbanas...algunas no tan leyendas sino bastante reales...
Los recuerdos son nuestra memoria esencial Digler,sean estos dulces o amargos.No he escuchado la canción "Vuelves a aparecer",a ver si me pasas el dato para ver como la ubico.
Siempre es un placer recibirte por aqui Isabel,creo que la historia de Manuel merecía un tratamiento acorde con su inmensa demostracion de amor.Espero que el relato haya dado la talla.
Patty,encantado de recibir tus aportes,me los envias al correo si quieres compartirlos y te prometo hacer lo mejor que pueda para darlos a conocer.
Un abrazo
Schatz
El cuento quedó muy bien. Pero la cereza del pastel ha sido definitivamente " haciendo un parangón con la cocina,como una pasta con crema.Si pones poca crema, le falta esencia al plato y si la pasta navega en la crema, el plato se echa a perder". Simplemente genial, jajaja. Ya me dió hambre...
Mis felicitaciones, Schatz. Me gustó tu cuento basado en un hecho real (según desprendo de los comentarios). Tienes facilidad para la narrativa. Es curioso como a veces ciertas personas, consideradas como "locos", nos muestran lo tanto que se puede llegar a querer y, quizás, el verdadero significado del amor. Tal vez por eso estas historias nunca dejarán de conmovernos y cuestionarnos…
Hola Martin,
Gracias por tu comentario, viniendo de alguien como tu que tiene màs experiencia y pericia en el tema es todo un halago.
Vamos a seguir insistiendo de vez en cuando, la ciudad es prodiga en historias que ademas de ser buena materia para un cuento pueden llegar a ser buena sustancia para un guion de Fellini.
Un abrazo
Schatz
que buena historia, no tenia ni idea
pero supongo que no era loco no?
saludos
Schatz,
hace mucho no escuchaba del "Novio del Parque".
Estudie en el Maristas y durante los 7 años que estudie en Miraflores siempre lo vi.
No era como la mayoría de los locos, mal vestido. Lo que se es que salia todos los días desde su casa a buscarla a ella.
Me alegro por él. Ya esta junto a ella despues de tan larga espera.
Siempre el "Novio del Parque" será parte mis recuerdos de escolar adolescente.
De quien es la cansion
Del Facebook de Paul Rizo Patrón: "Ojo que aquí hay mucho de leyenda urbana. Guillermo "Billy" Cook Garland, segundo hijo de William Vic Cook Maddox (norteamericano) y de Natalia Garland Sánchez (limeña) tuvo meningitis a los 14 años y -siguiendo las indicaciones de los médicos de esa época (años `40)- le hicieron una lobotomía, que limitó sus facultades. Al parecer no hubo novia alguna a la que esperara en la esquina de Schell y Diagonal, a donde él se paseaba todos los días -fumando un cigarrillo tras otro- para luego comer en el Roxy o La Pizzería de Diagonal (él vivía en la que fuera casa de sus padres en el malecón Cisneros). Años después de la muerte de su único hermano, Antonio "Tony" Cook Garland (esposo de Inés Llosa Porras), sus sobrinos lo internaron en un hospicio en El Sol de la Molina (o Chaclacayo) donde falleció de enfisema, hace 15 años o más. Lo sé porque soy muy amigo de sus sobrinas".
Definitivamente la historia de la novia es solo una leyenda, uno de mis tios fue amigo y compañero de colegio de Billy Cook y el me conto que en una epoca Billy tomo demasiadas pastillas y despues quedo "tocadito" y ya no lo dejaron ir a verlo (posiblemente consecuencia de la lobotomia como indican alli en otro comentario).
Por cierto, la casa de los Cook quedaba en la esquina del Malecon Balta con la calle Venecia en Miraflores, frente a lo que ahora es la clinica Good Hope, no en el Malecon Cisneros, por eso Billy se paraba algunas veces en las noches en la calle Venecia a mirar la Luna o caminaba por el Malecon Balta hacia el parque Kennedy...