El Urbanito

Hace un tiempo ofrecí postear todos los viernes sobre algún lugar que había visitado para comer al margen que la experiencia hubiese resultado positiva o no. Postergué el ofrecimiento en repetidas oportunidades debido a que me parece que ha habido una abundancia de información sobre el tema y este se esta convirtiendo en uno de esos tópicos nacionales paradigmáticos sobre el que se hace mucha pompa pero en realidad hay todavía mucho por trabajar.

Luego me entró la tentación maligna -tal como se lo comenté a Allan- de hacer una columna semanal que se iba a titular "Te destrozo". En ese espacio iba a reseñar con saña , maldad y poca vergüenza alguna experiencia desastrosa vivida en algún restaurante local o foráneo especializándome en deshacer algunos mitos urbanos que asocian el éxito y la calidad con la cantidad de gente concurrente. Luego de meditar al respecto decidí que el 2008 lo había empezado con buenas vibras, en un ambiente positivo y con todos los indicadores de éxito en alta posibilidad por lo cual dedicarle algún tiempo de mi vida a criticar y almacenar mala vibra por causa de alguien que no sabe cocinar o atender gente no era una buena idea.

Decidí entonces reseñar sin ambagues ni doraditas de píldora todas las experiencias que semanalmente tengo como comensal.Desde las sublimes e inolvidables hasta las mediocres,pasando, claro esta, por aquellas instancias cotidianas que a veces nos dan alguna sorpresa contundente. No tengo ningun compromiso con algún sponsor, no le hago propaganda a nadie y yo mismo me pago mis almuerzos(salvo que un amigo me haya invitado). Que eso quede bien claro.

Comenzaremos con una experiencia singular que tiene ribetes más sociológicos que gastronómicos. Esta semana tuve que hacer una visita intempestiva al Hospital Rebagliati, nadie se estaba enfriando sino era más bien un trámite familiar que felizmente pude sortear con rapidez.Odio los trámites, las colas y todo lo que represente perder mi tiempo sin experimentar ningun tipo de placer.


Caminé en dirección hacia el Parque Mariscal Castilla.Estaba pensando en un cebiche y me había acordado de un dato sobre una cebichería, El Limón, ubicada en Lince también. Paré en un kiosko a comprar alguna revista para leer durante el almuerzo, hay mucha gente que no entiende eso de almorzar solo y lo ve como una actividad inconcebible. Yo no me hago problemas, he vivido un buen tiempo "de a uno" y no hay soledad que no sea compensada con un material interesante para leer.Andaba hojeando la revista cuando vi un promontorio de cañas de guayaquil sobre el retiro de la acera coronado con un letrero:"Cebicheria El Pescado Loco". Un atril con la carta además de una pizarra con tiza indicando los platos del día son la fachada de un local bastante pulcro y limpio donde había una regular cantidad de gente. "Hay gente, no debe ser malo". Primer error y contradicción del día,sobre todo cuando la afluencia responde a un motivo extra-gastronómico.

Me ubiqué en una mesa esquinada y observé la composición del público.Oficinistas, abogados, dos o tres parejas y tres o cuatro grupos de chicas, una mayoria femenina sin lugar a dudas en un sitio casi lleno.En eso vi salir al objeto del deseo de las chicas presentes;no, no era Dayvis Dragón, tampoco una espectacular fuente de cebiche, era el mismisimo Arni Hussid con dos platos humeantes que acababan de salir de la cocina. Enfundado en un jean de diseñador y un polito verde pegado que hacia resaltar una bien trabajada musculatura el hombre es el factótum del lugar;hace las veces de dueño, tomador de pedidos, relacionista público y depositario de babas y miradas violadoras de la concurrencia femenina del lugar. De pura casualidad y sin ningun tipo de planificación había caído en la cebichería del polifacético modelo.

Se acercó a mi mesa y me saludo muy cordialmente. Me ofreció la carta y sin mirarla le pedí un cebiche mixto, como siempre me enseñaron desde chico "donde vayas siempre prueba el cebiche". Mientras esperaba dejé a un lado la revista y me puse a observar el comportamiento de la gente analizando de paso las motivaciones que los habrían llevado a concurrir al sitio.No sé que tanto se ha hablado de los cebiches del lugar, de algun platillo especial o de la excelencia de su carta. Por el contrario si es moneda corriente que el fue modelo y "protegé" de Gisella Valcarcél, que fue novio de dos o tres cotizadas modelos y reinas de belleza y que cometió un error que terminó pagando en la cárcel de donde ha salido aparentemente redimido, en busca de una segunda oportunidad y con un libro escrito que recoge las inenarrables experiencias carcelarias que le tocó atravesar.Bien por el si esto es así, la gente que atraviesa el lado oscuro para regresar y compartir su experiencia sin animos evangelizadores siempre es bienvenida. Era evidente que el es el imán de ese lugar y que las chicas -se me sale el callejón carajo- le entregarían el choro a cambio de una sonrisa.

Pero como decía Ortega y Gasset, "vayamos a las cosas, a las cosas". Me trajeron el cebiche y la verdad que me decepcionó bastante. Si bien el pescado estaba fresco y los mariscos en buen estado el plato presentaba demasiadas florituras que atentan contra la simpleza que debe ostentar un buen cebiche. Tenía una coloración rojiza (un fizz nada disimulado de jugo de beterraga) y un camote glaseado contrabandeado al centro del plato (en adición al que venía a un costado como guarnición). Que piña, pensé , al enemigo numero uno del camote le traen uno de yapa y como caballo de troya.No había ninguna concha de abanico y si un exceso de mixtura de mariscos de terminal y de langostinos pequeños, definitivamente un desperdicio de materiales y recursos en una versión demasiado estilizada de nuestro plato de bandera.

Decidido a darle una segunda oportunidad al sitio me pedí un arroz con mariscos.Mientras esperaba seguía observando el extásis del público femenino cuando Arni (asi lo llamaban con toda naturalidad) se acercaba. "Arni, que me recomiendas","Arni, cual es el plato del día","Arni, hemos traído a mi amiga para que la sorprendas". Las chicas estaban cerca de su cuero y no les importaba si les traías un filete de perico con plumas verdes y pico en vez del pescado la chorrillana que habían pedido, de cualquier modo la mojada de Pamper´s estaba garantizada. Y el buen Arni sintoniza de inmediato con las exigencias y juguetea como toro semental ante el embiste de las vaquillonas en celo: les hace guiños coquetos, se sienta con ellas a tomarles la orden jugandose algunas bromas y haciendose el desentendido cuando alguna le suelta una "directa"sin anestesia. Sabe vender bien su pescado Arni aunque le quede como asignatura pendiente el tener que prepararlo mejor.

El arroz con mariscos vino en una presentación algo heterodoxa. Un cuadrado compacto que Arni se apuro en justificar diciendo que lo comprimían en un molde para presentarlo de esa manera.La pinta no ayudaba mucho y el sabor confirmaría las sospechas:el arroz estaba un poco duro y los mariscos algo recocinados. Un arroz con mariscos genuino tiene un status que navega a dos aguas entre la consistencia del risotto y la suavidad de un arroz que ha sido bien escogido y graneado en punto de paella, el plato que recibí distaba mucho del término de cocción y sabor óptimos.Nuevamente la forma sobre el fondo, el artificio sobre la esencia y la decepción que no calmó mi hambre.

Me despedí amablemente recibiendo una invitación para la inauguración que se realizará este sábado 26. Yo no regresaré al lugar pero si me quedan un par de reflexiones rápidas sobre el tema. La primera relacionada con lo exitoso que puede ser este negocio a pesar de no tener una comida bien elaborada. A la gente le gusta codearse con los famosos, reír de sus chistes, regresar a casa diciendo que estuvo tete a tete con fulano de tal.Y en este lugar pueden satisfacerse todos esos deseos, incluyendo por supuesto las ansias femeninas de rellenarse el ojo con un buen filete(y no precisamente de pescado). Arni sabe perfectamente como manejarse en esas aguas y sin ningun tipo de sarcasmo le deseo el mejor de los éxitos, esta explotando un nicho de mercado cuasi virgen(ya no hay piso 14 encima) y si se preocupa en mejorar el contenido de los platos la puede hacer linda.
La segunda es una idea de negocio.Voy a conseguirme el numero de Maju Mantilla para poner una tienda de mazamorras y dulces típicos limeños. Ella solo tiene que tomar los pedidos, sonreírle a los clientes que se pelearán por decirle "hola" asi les sirva mazamorra de zapato y estoy seguro que en 2 meses recuperaremos la inversión y la hacemos linda. Mantilla, Mantilla, revisaremos las páginas amarillas y ojalá que no me equivoque y me termine contestando el tío Agustin.