Crónicas de lo que sucede alrededor nuestro y eventualmente de lo que sucede en mi interior.
-Han visto al nuevo practicante? Es churrísimo!!!!!!!!Ayer casi le meto un chape mordidito cuando lo saludé.
-Bueno, ya le he dicho al tarado
El amor después del amor
-Ya, no hay problema, con tal que entre choque y choque no se le dé por tratar de despertarme cuando hago mi siesta post-talco.
-Cumpita, muy mal eso de quedarse dormido. A mi también antes me pasaba eso pero ya arreglé el tema de una manera muy simple. Te hago una pregunta: en que piensas tú cuando estas a mitad del primer polvito?
-Mmmmmm. La verdad, pienso en que apenas acabe me quiero meter un segundo polvito.
-Y que pasa al final.
-Tamare, que me quedo dormidito.
-Allí esta el problema pues mi herrrrrrrrrrmano. Te sobreexcitas pensando en lo que quieres hacer después cuando aún no haz terminado de hacer lo que tienes en curso. Y cuando terminas, generalmente apurado, quedas muerto y en lo único en que piensas es en dormir.
-Y cual es
-Piensa en acabar bien, no en lo que vas a hacer después. Y cuando acabes enciéndete un pucho, tomate un trago, métete al baño y aunque sea échate agua para despertarte. Aunque lo mejor es conversar y decirle que todo estuvo formidable, asi no lo haya estado. Eso es lo que más aprecian.
Before Sunset o la película que alguna vez quisimos protagonizar.
En 1995 se estrenó una película algo inusual que relataba la historia de Jesse, un estudiante norteamericano (Ethan Hawke) y Celine, una chica francesa (Julie Delpy) que se conocen en un tren camino a Viena. Ambos deciden parar en la capital austriaca y pasar todo un día recorriendo monumentos, galerías, calles y cuanto lugar les pudiese servir de pretexto para conocerse mejor y explotar la curiosidad y atracción que sentían el uno por el otro. Before Sunrise es el título de esta película dirigida por Richard Linklater y que narraba al detalle las horas de las que una pareja disponía antes del amanecer para conocerse, amarse y despedirse con la promesa de volverse a encontrar en 6 meses. 9 años después la pareja se vuelve a encontrar por obra y gracia del azar, esta vez en Paris aunque con más reproches, años y experiencias y vuelven a recorrer una ciudad tratando de descubrir que les pasó a cada uno y que podía volver a pasar entre ellos. Before Sunset es el título de esta extraordinaria secuela que no solo es protagonizada por los mismos actores sino también escrita al alimón por ambos y dirigida por el mismo Linklater. Y que puede tener de extraordinaria esta secuela si todas las 2das partes son por lo general malas? Porque dos personas que ya pasaron los 30´s y no son completamente felices pueden ser más encantadores que dos estudiantes caminando al lado del Danubio? Para empezar, es una película que es narrada en tiempo real y en donde durante 81 minutos el diálogo entre los dos protagonistas es subyugante y único. Los dos se cuentan sus vidas, tratan de justificar la inasistencia a la cita de hace más de 9 años y comparten con madurez, dulzura y amargura muchas reflexiones en torno al amor, la vida, el sexo, el compromiso, la felicidad y el plantearse cuan diferente hubiera sido todo si ambos hubiesen concurrido a la cita fallida. Nos identificamos con la brecha entre lo que tenemos y lo que quisimos haber conseguido y reconocemos en los protagonistas nuestra ilusión imaginaria de poder volver a preguntarle en esta vida a un amor fallido cuan diferente podría haber sido nuestra existencia si la hubiésemos compartido juntos. Una oportunidad que casi nadie tiene pero que el cine se esfuerza en poner a nuestro alcance. La fotografía, la química entre los actores y los reveladores diálogos son sencillamente exquisitos y el trabajo del director deja a los actores explorar sus posibilidades a su libre albedrío. No es necesario ver la precuela para entender esta película, intenten verla con su pareja y no esperen al sunset en sus vidas para plantearse el sentido de todo lo que han vivido o dejado de vivir; decídanse de una buena vez a ser protagonistas de su propio cuestionamiento y de la búsqueda de su felicidad. Véanla este Lunes 16 en Cinemax a las 22:15.
El libro de las ilusiones, Paul Auster
Si hay un consumado practicante de la metalepsis en la literatura posmoderna ese es Paul Auster. La metalepsis es el recurso que denomina a la figura literaria en la que el autor interfiere en la vida de los personajes… y viceversa. Algunos personajes que aparecen en los primeros libros de Auster sufren una evolución, misteriosas desapariciones y vuelven a reaparecer en las sucesivas obras del mismo autor lo cual a la larga confirma la maestría de Auster para sumergirnos en sus historias con desenlace aparente y que al final nos dejan con una perplejidad absoluta no solamente sobre el remate de la historia sino sobre el sentido real de esta. Siempre he confesado que es uno de mis favoritos y nunca dejaré de agradecerle a la vendedora de libros en Heathrow que me recomendó comprar “I thought my father was god”, un libro que Auster preparó a traves de un programa de radio convocando a la gente a que le enviase una historia personal que habían experimentado. Luego de recibir más de cuatro mil historias seleccionó 180 y las condensó en una vigorosa obra que retrata la vida y peripecias de gente de variada procedencia y situación a lo largo de todo Estados Unidos. Desde allí me volví un seguidor del escritor neoyorquino y en este último cumpleaños recibí muchos regalos lindos y dos particularmente especiales: “Brooklyn Follies” y “El libro de las Ilusiones”. El primero se lo recomiendo a todo aquel que quiera empezar a escribir un libro y aunque aún no lo he terminado de leer pronostico que lo acabo antes del lunes. El segundo es un ejercicio más enigmático aún. Un profesor, David Zimmer (personaje que aparece en otras circunstancias y etapas de su vida…en otros libros de Auster) que pierde a su familia en un accidente de aviación y que en medio de una crisis y un letargo emocional provocado por semejante desgracia vuelve a sonreír al descubrir por casualidad en una película vieja a un comediante del cine mudo, Héctor Mann que desapareció misteriosamente hace más de 50 años en los albores del cine hablado. Zimmer se enfrasca en conocer la obra completa del artista y cuando tiene mucha información para preparar un libro alusivo recibe un misterioso sobre que lo invita a ponerse en contacto con el actor pues…aún esta vivo en algun lugar de Nuevo México. Aquí comienza la inusual trama en donde un tipo que hasta no hace mucho solo pensaba en morirse comienza a buscar las pistas terrenales de otro que se supone que ya estaba muerto. Azar, destino, historias extraordinarias protagonizadas por gente ordinaria, reflexiones sencillas y diálogos claros, muchas de las fórmulas clásicas de Auster estan contenidas en este libro y por supuesto se llegan a entremezclar con otras historias y personajes del mismo autor.
Papirriki, Papacito y Papito: Miguel Bosé.
Mi primer encuentro con la música de Miguel Bosé no fue el mejor. Un sujeto vestido de blanco de pies a cabeza y de modales bastante dudosos daba saltitos disforzados sobre una tarima moviendo asincopadamente sus zapatitos blancos y gritando “Don Diablo se ha escapado tu no sabes la que ha armado…”. Ya no me parecía ridículo sino más bien ridípoto. Sin embargo las chicas, chiconas y choclonas suspiraban por Miguelito y convirtieron su primera visita al Perú en una manifestación pública de histerismo hormonal. Con el tiempo descubrí que este gallo no estaba en camino de convertirse en la versión reloaded de Camilo Sesto sino en pleno proceso de convertirse en uno de los capos en todo lo que se ha metido a hacer: actuación, canto y composición. Cada año Miguel Bosé se renovaba y cambiaba camaleónicamente de discurso, ritmo y apariencia. Y cuando no había nada nuevo por mostrar revisitaba sus trabajos primigenios para añadirles creatividad y adaptarlos a las tendencias en boga. Si existe un equilibrio entre lo comercial y lo artístico el fiel entre esos dos extremos esta encarnado en el español. Ha protagonizado innumerables conciertos, películas bajo la batuta de afamados directores, se ha reinventado infinidad de veces y en vez de convertirse en una caricatura de si mismo es a sus 50 años una suerte de referente hipnótico para todo el que aspira a iniciar un camino en el mundo artístico. Su supuesta ambigüedad, tan criticada en los inicios de su carrera solo ocultaba la verdadera faz de un espíritu renacentista que además de abarcar todos los registros en diversos campos nos remite a un tipo sencillo y querido por mujeres y hombres en Hispanoamérica e Italia.
Ayer - luego de 15 días de período de adaptación- terminé de asimilar que ya tengo 40 años. Una edad que parecía inalcanzable hace 20 y a la que sin haber terminado de acostumbrarme seguro que comenzaré a extrañar muy pronto. Creo que nunca llegamos a llevar bien nuestras edades o por lo menos a hacer lo que se espera que realicemos en una determinada etapa de nuestras vidas. Quizá la adolescencia es nuestro tiempo más auténtico, decimos lo que pensamos, actuamos (a veces irreflexivamente) en lugar de elucubrar teorías y vivimos al límite como si la inmortalidad no fuese una quimera. Aunque debo reconocer que si bien la infancia y la adolescencia son épocas doradas ser “tío” también tiene su encanto.
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