El Urbanito

Crónicas de lo que sucede alrededor nuestro y eventualmente de lo que sucede en mi interior.




Todo lo que no desearías saber de mí

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Algo tarde respondo a un meme que ya ha dado la vuelta al mundo unas 40 veces.Si despues de leer esto quieren seguir visitando este blog el problema ya es de ustedes,no mío. El que esto escribe no se solidariza necesariamente con las reacciones que este post suscite entre el público en general:


- Ayer me empuje dos plátanos (rebanaditos mal pensados) remojados en media lata de leche condensada. Placer culposo y nocturno que disfruto cuando todos duermen y transito con impunidad por toda la casa comiendo lo que quiero a espaldas de mi mujer y de mi conciencia. Hoy será un tabletón de chocolate, mañana medio kilo de turrón de doña pepa o una barra de King Kong. Todo el día me cuido para pecar impunemente de noche.

- Casi todas las mañanas corro algunos kilómetros para mantenerme en forma y quemar los estropicios de la noche anterior. Y confieso sin ningun pudor que cuando me cruzo con una chica de respetables proporciones y transcurridos ya 20 metros del encuentro…volteo sin ningun tipo de remilgo para mirarle el totorrete. Ribeyro escribía en sus Prosas Apátridas que la mejor distancia para conocer a una mujer es la de la conversación, sigo coincidiendo con él y le agrego los 20 metros de perspectiva posterior.

- Nunca he dejado de experimentar los placeres solitarios de Onan. Ya no lo hago tres veces al hilo en la ducha como cuando tenía 15 años ni con la frecuencia diaria de los años adolescentes. Pero una vez descubrí que era un buen recurso para evitar tentaciones incómodas en terrenos potencialmente peligrosos. Por ejemplo, cuando salgo de viaje. Antes de salir a alguna “cena de negocios” una pasadita por la ducha y un afectuoso saludo para Manuela Vda. de Pajares calman la libido, ayudan a dominar la ansiedad y morigeran la necesidad de pecar que se le alimenta a uno cuando la cena acaba en un night club como el Kilt de Sao Paulo o el Night Flight de Moscú. Dominarse a uno mismo en un ambiente donde la que reparte cigarros ganaría de atropellada el Miss Perú puede llegar a ser más difícil que domar un toro de rodeo texano.

- Tengo la manía de contar todo. Los cuadros del mantel, las mayólicas del zócalo, los carros del parqueo, las lunas de las ventanas de un edificio grande o los puntitos de neón de un aviso luminoso. Soy tan fanático de la contadera que ya me estoy especializando en asuntos más difíciles: el número de canchitas fritas en un pocillo de cebichería, un aproximado de los granos contenidos en un paquete de arroz y la tarea suprema que indicará un grado de maestría inalcanzable: el número de cristales de azúcar contenidos en un paquete de dos kilos. Ya les escribiré desde el Larco Herrera acerca de mis avances.

- Las citas arregladas nunca han ido conmigo pues siempre he terminado enredándome con una persona distinta a la que inicialmente habían seleccionado para mí. En una fiesta de promoción adonde fui invitado terminé agarrando con la mejor amiga de mi pareja (y mi pareja inicial agarrando con el amigo de la amiga).Cuando me preparaba para ingresar a la universidad iba a estudiar a la casa de una amiga y un día que fui a buscarla y ella no estaba…pasó algo con su mamá. La peor fue con una prima de 2do grado de consanguineidad, me presentó a una amiga que quería conocerme y al día siguiente me estaba agarrando…a mi prima. Debe ser la confirmación desde el lado sentimental del diagnóstico psicológico que estableció mi absoluta incapacidad para aceptar mansamente órdenes o sugerencias.

- Ronco como suegra con catarro si he fumado mucho durante el día o si he comido algo pesado en la noche. Mi esposa se consiguió hace tiempo unos tapones de aerolínea para no escuchar mis ronquidos de 3 tiempos pero parece que tampoco funcionan eficientemente. Por eso en ocasiones amanezco con un brazo moreteado o durmiendo sobre un colchón en el cuarto del panzón. Extraño mucho a mi familia cuando viajo o cuando se van de paseo y no los puedo acompañar por chamba pero reconozco públicamente que no hay nada mejor que dormir solo roncando en Dolby Digital y –Penélope Cruz dixit- pedeandote a culo lleno.

-Mi psique y mi cuerpo siempre han sido adictivos. Ya lo he confesado antes pero siempre es bueno recordar en que forma y a que pues cuando uno se entrega a la tarea de satisfacer el placer que la mente y el cuerpo le demandan te puedes llegar a olvidar hasta de tu nombre. Sin respetar un necesario orden de aparición podemos mencionar actividades disímiles como lectura, deporte, estudio, comida, alcohol, trabajo ,sexo, tabaco, alta velocidad , fútbol , música y viajes. Hoy la máquina me pide chepa y mis adicciones se han vuelto más pueriles e inofensivas. Los gargüeros de la Bombonniere, el cebiche de conchas negras de Carlos y Gladys, una tarde al frente de un sushi bar, un buen pisco mosto verde y el bloguear y comentar impunemente son novísimos objetos del deseo que confirman que mi vida dejó de recorrer el mundo a 180 km/h para subirse a una parsimoniosa bicicleta viejita y sin cambios.

- Me gusta mucho bailar. Siempre ví a mis padres hacerlo y desde allí me nació la afición a hacerlo en forma natural y desinhibida. No voy a decir si lo hago mal o bien, baste con decir que creo ser cumplidor en cualquier circunstancia formal o informal. Y asi como más de una vez desistí de seguir enamorando a alguien por tener dos pies izquierdos al compás de la música de la misma forma sentí que con N tenía una conexión especial cuando alguna vez bailamos casualmente en una reunión de ex-alumnos , yo casado y ella de enamorada con alguien. Soy un convencido de aquel aserto que establece que aquellos que bailan muy bien juntos solo estan haciendo los prolegómenos de lo que será una espectacular sesión de alcoba.

- La blogósfera me ha permitido conocer a mucha gente maravillosa. Y me ha permitido descubrirme en mi poca explorada faceta de asesor personalísimo de preguntas, dudas e incendios privados. Me explico. Semanalmente recibo al correo que aparece en mi perfil blogger dos o tres correos de gente que no conozco y que me hace algun tipo de consulta referencial o personal. Desde los datos de algun huarique que no tienen bien ubicado pasando por alguna recomendación sobre temas diversos hasta consultas del tipo “debo matarlo a él o tomarme la tacita de raticida que acabo de preparar?”. Asumiré que algun chistoso ha pasado la voz que soy una especie de anciano de la tribu a quien pueden recurrir en cualquier tipo de situación personal, total, los consejos son generalmente tan malos que por eso se dan gratis. Pero si reconozco que me agrada que la gente me deposite su confianza –plata no me depositen más bien porque esa si me la reviento- contándome cosas sin haberme visto una sola vez en su vida. Espero no haber defraudado con mis respuestas a los que me escribieron y siempre recibiré con gusto cualquier tipo de inquietud que quieran compartir. Porque como decía mi recordada gorda Madame Sapatini “una pena entre dos…es menos atroz”.


Las quiero a todas

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Hace no mucho escribí acerca de las curiosas relaciones entre la vida real y el cine. Es más, tengo pendiente un post sobre mi propia experiencia al respecto el cual espero colgar a inicios de la próxima semana. En esta oportunidad quería compartir con ustedes los sentimientos ambivalentes que he experimentado hace poco a partir de la visión de dos cintas que recrean situaciones cotidianas como el tráfico de personas y la milenaria prostitución.

Human Trafficking (USA 2005) es un telefilme que ofrece un panorama bastante realista del problema del tráfico de personas a nivel mundial. Países tan distantes como Filipinas, República Checa, Ucrania, USA y Austria son escenarios vinculados a una red mundial de prostitución clandestina y pedofilia. Chicas ilusas que quieren cambiar su futuro , niños y niñas pobres que son vendidos o simplemente robados y una organización despiadada que no se da abasto para satisfacer la incesante necesidad de placer que las sociedades consumistas deben satisfacer a cualquier costo. La trama gira en torno a las investigaciones de una agente federal (protagonizada por Mira Sorvino) que trata de descubrir las actividades ilícitas de una organización que recluta con engaños a mujeres de Europa del Este y las esclaviza en diferentes ciudades de USA. Créanme que a pesar de la crudeza con la que la película grafica los abusos perpetrados la realidad supera ampliamente lo mostrado en el filme. Y a pesar de que es notoria la hechura de la historia como material de encargo de alguna organización o fundación vinculada a la defensa de derechos humanos la solvencia de los actores (Sorvino, Sutherland y Carlyle) y el realismo de la historia nos llevan a transitar sinuosamente por el fino umbral que separa la ficción de la realidad. Por ejemplo, cuestionándonos si en esa película no deben aparecer también las decenas de niños desaparecidos que anualmente son arrancados en nuestro país del seno familiar para ser explotados laboral o sexualmente. O las organizaciones clandestinas que reclutan a jóvenes humildes en provincias y conos con el cuento de algun trabajo formal y terminan enrolándolas en prostíbulos y salones de masajes cuyos escandalosos anuncios son publicados diaria y ostentosamente en periódicos “serios” de la capital. No se trata de repartir batazos de moralina sino más bien de enfatizar el alarmante hecho que el progreso económico del país ha traído como consecuencia el incremento de personas que se dedican en forma legal e informal a la prostitución. No era que esta última actividad era un recurso que solo se incrementaba en épocas de crisis?

Tampoco dejó de sorprenderme-a pesar de no ser una noticia nueva- la alarmante actividad pedofila que el filme registra como tendencia mundial en determinados paraísos turísticos. Les aseguro que después de ver esta película nunca más dejarán ir a sus hijos menores solos a ningun lado pues las posibilidades que alguien les pueda hacer daño estan a la vuelta de la esquina; los baños de los cines y restaurantes, los centros comerciales, los espacios de juego de los sitios de comida rápida etc.etc.; las cifras que se registran en nuestro país por denuncias de acoso sexual o secuestro en perjuicio de menores de edad no hacen sino aumentar cada año.

Uno puede entender ciertos comportamientos ajenos a nuestra occidentalizada versión de la ética y la moral en nombre del tan mentado relativismo cultural. Costumbres tribales o ancestrales nos resultan hasta repugnantes cuando algun reportaje o informe hace eco de su existencia en algun lugar lejano del globo. Sin ir muy lejos existen en nuestro país algunas costumbres que siguen siendo practicadas en forma invariable por comunidades andinas y amazónicas a pesar de la creciente presencia de la “modernidad” bajo diversas manifestaciones. Pero creo que la más “extraña” de esas costumbres no puede compararse ni por asomo con el apetito sexual de un ejecutivo de Manhattan o el de un jeque de Omán que no dudan en abrir generosamente su billetera para tener en su lecho a una criatura que no pasa de los 10 años. Será que aquella persona que anticipó el inicio del fin del mundo cuando se anunció el asesinato de John Lennon no estaba nada desquiciada sino más bien lúcida y visionaria. No hay paradigma más falso que la superioridad de la civilización occidental ni verdad más palmaria que su decadencia vertiginosa.

La otra película que ví trataba también sobre prostitución. Pero a diferencia de la repulsión que me causo la reflexión inducida por “Human Trafficking” este otro filme me provocó una rara mezcla de tristeza y alegría. “Princesas” (España ,2005) es quizás la enésima historia que se construye sobre la vida y conflictos que se suceden en el mundo de la prostitución. Caye (Candela Peña) y Zulema (Micaela Nevárez) son dos mujeres que caminan por cuerdas separadas sobre el sendero de la prostitución. Una es española agobiada por sus problemas, la otra es una inmigrante indocumentada e indefensa. Más de una vez he escrito en este blog que las prostitutas me inspiraban muchas sensaciones entremezcladas pues detrás de cada una siempre hay un drama personal o una historia de injusticia. Luego de ver esta película solo me pueden inspirar ternura. Ver como ambas pueden sobreponerse a los problemas diarios y a un oficio jodido para encontrar los espacios y el tiempo para conservar las esperanzas, la alegría de vivir y hasta el deseo de enamorarse y entregarse sin cortapisas a un hombre que las apasione y las haga sentirse únicas y especiales. Viendo la película he recordado a la prostituta con la que me inicié torpemente y a las que posteriormente tuve ocasión de frecuentar por motivos “laborales” tanto dentro como fuera del país. Chicas hermosas que eran “regalos” de gente que buscaba agradar a un potencial comprador y con las que compartí una agradable charla, algunos tragos, increíbles historias y juramentos mutuos en los que yo me comprometía a declarar que era la mejor chica con la que había hecho el amor en mi vida (falacia que le aseguraba volver a ser contratada) y ellas prometían no contarle a nadie que no se le había tocado ni un pelo. Para mí el sexo no es una cuestión exclusiva de amor ni dinero, es materia más bien de una particular e indescifrable química que explota en un encuentro efímero o recurrente. Que puede ser grandioso acompañado del amor pero que prescindiendo de este también puede llegar a ser divino.

Con Caye y Zulema también he recordado a las mujeres que no reciben una caricia agradecida hace muchos años, a las pobres infelices que solo reciben golpes y maltratos del miserable del que no se saben desprender y a tantas mujeres que muchas veces entregan en desproporción absoluta mucho más de lo que reciben. Porque al final la esposa, la amiga, la enamorada, la trampa, la confidente, la suegra, la madre, la abuela, la tía, la esperanzada, la ganadora, la perdedora, la ninfómana, la frígida, la cucufata, la realizada, la infeliz, la divorciada, la solterona, la amargada, la que ayer nos quiso y hoy nos aborrece, todas ellas, hasta las que nos terminaron pagando mal, son princesas.


La cultura del “champú”

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Cuando uno abre la edición dominical de “El Comercio” y ve un titular que anuncia la volcadura de un bote juerguero –con una muerte que lamentar- solo atina a pensar en lo primaria que es nuestra forma de vivir. Vamos, en todos lados ocurren accidentes pero los nuestros son especialmente patéticos, pruebas al canto:

-El bote siniestrado no era una embarcación construída ex profeso para el transporte de pasajeros. Era una adaptación realizada de cualquier manera con el propósito de ampliar la capacidad de transporte e incrementar los ingre$o$ de los operadores de turno. Cualquier semejanza con buses camión, camiones trepa-cerros, combis asesinas o ticos voladores es pura coincidencia.

-La empresa que contrató los servicios de la embarcación de marras no verificó si esta cumplía con los requisitos mínimos de navegabilidad y seguridad requeridos para travesías locales. Se ve que tampoco instruyeron a los alegres pasajeros en la prevención de percances pues nadie les avisó que si se agrupaban en un costado de la nave esta podía colapsar. Los marineros, cuando hacen travesías sobre cubierta, generalmente llevan a la mano un dispositivo o chaleco salvavidas. En este caso los salvavidas brillaron por su ausencia.

-La ayuda se demoró más de media hora en llegar. No había bote de auxilio, botón de pánico o alarma de aviso. La embarcación se volteó y a la mierda con los que no sabían nadar. Cuando uno se sube a un avión uno mira y escucha a regañadientes un video que nos explica que hacer en caso de emergencia. Nos imaginamos lo único que deben haber escuchado los 46 ocupantes del bote una vez iniciada la travesía:”Que empiece la juerga!!!!!!!”

-El silencio de los “acuciosos” programas dominicales nocturnos era más que elocuente. Como se nota que uno de los principales anunciantes del “prime-time” dominical…era el mismo que organizaba la fatídica travesía.

- El viernes fue el fatídico bote. Mañana será otro bus-camión. Más adelante un avión militar que se cae a pedazos y en cualquier momento una combi asesina o un taxi con chofer sin brevete. También puede ser un centro comercial incendiándose, una estampida al interior de un cine o discoteca o un depósito o grifo clandestino de combustible que vuela junto a un conjunto habitacional. Más que amar el peligro los peruanos vivimos al pedo. Desconocemos los alcances de la prevención, nunca nos ponemos a pensar en”que pasaría si…” o “que haríamos si esto pasase aquí…” Metemos chacota en los simulacros, calificamos de atormentados a los que piensan en forma previsora y siempre pensamos que las desgracias son aquellos desafortunados sucesos que le pueden pasar a todo el mundo…menos a nosotros.

Esa es pues nuestra cultura. No es chicha, tampoco combi. Es la predominancia del champú para salir del paso. Es el decir a grito pelado “que las autoridades tomen cartas en el asunto” cuando nosotros mismos somos los que buscamos con esto evadir responsabilidades y soplar la pluma para otro lado. Soplarla exactamente al lugar donde la va a recibir el mismisimo Diosito cuya nacionalidad ya nadie puede poner en duda: Es peruano porque de otra forma no se entiende que a pesar de tanta desgracia que nosotros mismos ayudamos a perpetrar aún no se haya decidido a llevarse a todos. Aunque seguro eso se debe a que alguien le debe ya haber chismeado que somos muy comelones. El barba no tiene un pelo de tonto.


Buena racha

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Por supuesto que yo creo en la suerte. De que otra manera se podría explicar el éxito de algunos que yo detesto? Jean Cocteau

Hay momentos en los que uno piensa que la suerte es esa palabra que siempre nos ha sido ajena, no tendremos el gusto de conocer hoy y seguirá siendo una perfecta desconocida en el futuro. Etapas negativas donde todo nos pasa; estrecheces económicas, desavenencias familiares, alguna enfermedad terminal de alguien cercano, un par de velorios inesperados y problemas laborales que nunca faltan en el momento más inoportuno. Estos momentos de “saladera” no deben ser desconocidos para nadie, todos en menor o mayor medida los hemos experimentado en algun tramo de nuestro recorrido y nadie puede proclamar inmunidad respecto a estos.

Mucha gente se desespera al constatar estas rachas y le busca explicaciones de todo tipo. Desde las terrenales que involucran la expiación de pecados inconfesables (del tipo” todo se paga en esta vida hijito, yo te lo dije”) hasta las espirituales que atribuyen todo a la falta de apego a las costumbres religiosas otrora obligatorias y hoy en día tan esporádicas como la caída de nieve en el centro de Lima. Hay un componente de azar en algunas series de sucesos positivos y negativos aunque lo más racional será siempre pensar en las inextricables relaciones entre causa y efecto.

En la vida siempre me he considerado un tipo con suerte lo cual es una flagrante contradicción en alguien que no sigue cábalas ni rezos pero si tiene una estampita de santo en la billetera (y encima no va nunca a misa). Quizá este santito tiene una ONG exitosa que se ocupa de pecadores, impíos, agnósticos y apostatas y este servidor es una especie de proyecto experimental en esa institución improbable. Lo fundamental es que hasta en los momentos más jodidos siempre he tratado de ver una pequeña luz en medio de la oscuridad absoluta (aunque yo haya sido el único que certificaba su existencia) o una mano gentil ha encendido esa velita misionera que ha permitido seguir adelante mientras el cagadón amainaba. De esta forma las cosas que no parecían tener solución han resultado ser más fáciles que la tabla del dos, los problemas medianos más sencillos que crucigrama de periódico de S/0.50 y las complicaciones cotidianas una masita que la paras de pechito y la pateas lejos a fin de no verla más. Sumémosle pues actitud positiva a ciertos designios inescrutables y la vida puede convertirse –a contrapié de lo que opinaba Wilde- en un banquete perpetuo con ciertas indigestiones pasajeras.

En los últimos años parecía que a la ONG del santito y a los repartidores de suerte los había agarrado la SUNAT o alguna comisión investigadora del congreso pues desde el 2001 “no se hacían ni una”. Y sin embargo la cosa no era tan grave, en los tiempos de vacas anoréxicas nadie se enfermó, ninguno murió y pude conocer lo mejor y lo peor de las personas más cercanas. Tampoco era eterna la pausa, a partir del año pasado muchas cosas empezaron a mejorar y tal parece que en la última semana las cosas se han puesto de rechupete. Ejemplos al canto:

Ese negocio que todos estaban esperando…salió.

El problema que tanto había estado fregando…se arregló.

Personas que extrañaba mucho o estaban simplemente desaparecidas un buen tiempo…reaparecieron.

He comido rico (sin subir de peso) en las dos ultimas semanas, como punto culminante tuve una cena maravillosa con una pareja de amigos entrañables en un sitio que recomiendo a ojos cerrados: Symposium, un ristorante de 5 tenedores dedicado a la comida italiana de primerísimo nivel.

Hasta la timba caminó bien, que lo diga Allan que fue testigo de excepción de un champazo de antología y de la posterior celebración en el Canta Rana.

Cualquiera que lee esto pensará que me he convertido en el pariente perdido del hermanón Belmont. Nada de eso, un blog no tiene que ser necesariamente un lugar de terapia o desfogue. También puede ser un lugar para sacarle la lengua a las malas rachas.


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